Con el rostro oculto tras la máscara de los temidos verdugos de Nurgle, el Lord of Plagues contempla impávido a las víctimas de las viles bendiciones que le rodean. Este guerrero capaz de emponzoñar a un hombre a doce pasos de distancia es el siniestro fin de quien esté lo bastante loco como para ponerse al alcance de su gran hacha de plaga. Su cuerpo es un repulsivo muestrario de bubones, úlceras abiertas y pústulas inflamadas; auténticas bendiciones de Nurgle.
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