Los Amos infernales forjan pactos con entidades daemónicas, a las que en la tradición de Próspero se hace referencia como tutelares. Entonando sílabas irregulares y haciendo promesas de sangre y almas, desatan los poderes de estos familiares malignos para envolver a sus enemigos en enjambres de terrores momentáneamente corpóreos, susurros divinos del futuro o para dominar las corrientes de la disformidad.
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