El Rey Silente llega a la guerra a bordo de su propio Trono del Dominio, flanqueado por faerones de su Triarca y orbitado por menhires de noctilita. Desata sus poderes pseudodivinos para aniquilar a sus desfallecidos oponentes a medida que su autoridad absoluta lo desborda para empoderar a las legiones necronas en su camino a la inevitable victoria.
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