Las Mascatribus Ogors recorren los reinos y devoran todo a su paso migratorio, pues estos gigantes de grasa y músculo aplastan a sus presas con garrotes, hojas oxidadas y su gran volumen. Cuando los ogors están en el Mascamino, el suelo retumba por encima de sus prodigiosos vientres. Rugidos, eructos y carcajadas resuenan mientras cargan, y su impacto de ariete es un arma en sí mismo. Las poderosas Glothordas escuchan la llamada de los chamanes manchados de sangre, mientras que los Incursores Garrabestias cabalgan hacia la batalla en gigantes que provienen de la ventisca maldita del Invierno Eterno. Interponerse en su camino es ser devorado.
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